La señal de Huitzilopochtli

El lago era mi hogar. Lo recorría de un lado al otro buscando comida. Sabía que tenía una misión importante, pero no que llegaría antes de lo que pensaba. Una mañana planeando con tranquilidad, sobre mi hermoso lago, escaneándolo con la mirada de arriba a abajo, vi un nopal lleno de tunas. Lo que me sorprendió fue que estuviera en medio del lago. Mi próxima presa podría estar cerca: “al nopal solo se le arrima cuando hay tunas”. Vi una imponente serpiente, enroscada en él. Yo era fornida y de gran tamaño, con una cabeza y pico pesado, podría con ella. Bajé el ritmo de mi aleteo, así cazaría con mayor precisión. La tenía cogida con el pico, cuando empece a oír ruidos. Vi un grupo de humanos y eso me distrajo. Perdí fuerza, se volvió una pelea entre nosotras. Yo aleteaba para elevarla, ella luchaba tenazmente. El grupo de gente nos miraba atónitos. Pude con ella y la devoré.

Días más tarde mi solitario lago empezó a ser poblado. Los mexicas habían encontrado en mi, el nopal y la serpiente, la señal de la tierra prometida. Entendí mi misión.

 

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