QUERIDOS REYES MAGOS...

Estoy preparando, como todos los años, mi carta a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.


 

Vivo la víspera y el día de Reyes como una auténtica niña, aunque con la picardía de los años he aprendido que aunque me porte un poco mal, nunca fallan en sus regalos y tengo que reconocer que pienso que a veces hay que ser un poco mala, ya que ser buena es muy aburrido.

Entre lo que pido este año en la carta, como siempre hay un libro. Un libro de los que te hace disfrutar, que sea de papel para que pueda tocarlos y pasar sus hojas, pero sobretodo le pido: que me haga viajar y que no deseé que se termine nunca. 

Les voy a pedir un amor de verano. Un amor de esos que hacen que las mariposas se escapen de tu estómago y te recorran todo el cuerpo. Aunque he de reconocer que esto es una fantasía (que es el sentido de los tres magos) y yo tengo señor en casa, así que me conformaré con que mi príncipe de vez en cuando también se convierta en sapo. Porque los sapos tienen lo suyo y me resultan divertidos. Al final soy de las que piensa que la suerte de la fea la guapa la desea.

También podrían traerme una pintura muy bonita que vi el otro día en un anticuario. Se lo dejé dicho al propietario, que, si por casualidad pasaba por allí mi Baltasar, que se lo metiera en el petate con mi nombre. Sencillamente me enamoró, si cayera en mis manos quitaría todos los muebles de la sala, para contemplarlo como merece. 
Un juguete, para disfrutar como cuando era niña, puede ser un juego de mesa o puede ser una bici o por qué no, un Kart. Esos juguetes que te hacían ser felicísima; esos juguetes que compartías y llenaban los días de juegos con tus primos, porque la infancia con tus primos es la que guardas en el recuerdo.

No faltará en mi carta algo de música, de la que se convierte en banda sonora de una época de tu vida. Esa que hace las cosas mágicas y le pone a todo son. 

Y por último pedirles salud y amor para mi gente. Para disfrutarlos y para que disfruten. Para ver crecer a mis hijos, para disfrutar de encuentros, confidencias, risas. Amor para que mueva el mundo, que buena falta le hace. Porque esto último no se paga con dinero porque no tiene precio. 

Y con este último deseo de mi carta, me quedaré intentando no ser muy mala porque ya sabéis que "el pajarito Pinzón, está todo el año al acecho..."


Lola Perochena.

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